Salvados Por las Palabras

miércoles, 17 de noviembre de 2010
¿Pueden las palabras alterar nuestros pensamientos, forma
de ser e, incluso, salud? ¿Por qué casi todos nos hemos dicho en alguna ocasión que
somos inútiles, aburridos o que estamos gordos? A continuación vamos a
presentar varios casos que demuestran cómo nuestra forma de pensar afecta
profundamente nuestras vidas.
Lydia es el caso de una triunfadora a los ojos de todo el  mundo: un matrimonio perfecto, dos hijos
estupendos y un trabajo exitoso. Pero ella cree que su vida no tenía el
desarrollo que se merece: quería más de su matrimonio y de su carrera. “Es
totalmente inútil, no tengo ninguna posibilidad” es una de las expresiones que no
para de repetir. No quería pedir una promoción porque “era inútil” y no lo iba
a conseguir. También denominaba “inútil” el garaje al que llevó su coche cuando
su coche se averió, y la “inutilidad” de pedir a su marido que la ayudase en
casa. Lydia ni siquiera se daba cuenta de que repite la palabra “inútil”
constantemente, pero cualquier psicólogo no necesitaría más información para
diagnosticarla.
Vivimos en una era en la que todos estamos preocupados, o
incluso ligeramente obsesionados, con todos lo que entra en nuestra cuerpo, en
forma de comida o de bebida. Todos hemos oído que “somos lo que comemos”, pero ¿no
debería preocuparnos de igual forma lo que sale por nuestra boca?
Lo mantras negativos funcionan de manera que, si te
repites constantemente algo malo sobre ti mismo, acabarás creyéndolo.
También ví un caso parecido en Catalina, que sufría depresión.
Con treinta años, inteligente y brillante, ella aseguraba que quería
recuperarse, pero que le era imposible. Pero cuando empezaba a hablar sobre sí
misma, era evidente que se veía a sí misma como “una pérdida de espacio” y, en
sus propias palabras, “una mierda”. Esto era lo primero que pensaba cuando se
veía en el espejo por las mañanas, y ya no le abandonaba en todo el
día. Otras variantes de este pensamiento se manifestaban cuando le decía los
demás “mis ideas son estúpidas” y “cocino fatal”. Era evidente que tras “la auto
mutilación” mental a la que se smetía de forma continúa, no tuviese confianza
suficiente para recuperarse.
Pero estos dos casos no son, ni de lejos, únicos en el
mundo. En los últimos años he sido testigo de cómo este tipo de casos sigue
multiplicándose, y he llegado a una conclusión: las palabras que decimos
identifican lo que pensamos de nosotros mismos, nuestros miedos más profundos,
nuestras experiencias más angustiosas e, incluso los síntomas físicos.
Las mujeres tienen una media de 36 pensamientos negativos
sobre su apariencia, cada día. Creo que nuestra sociedad actual está sufriendo
una epidemia de “pensamientos auto agresores”. Mucha gente se pasa la vida
diciéndose a sí mismos que son estúpidos, gordos, inútiles o aburridos.
Esta gente se repite durante todo el día que son “demasiado viejos, ni suficientemente buenos o inteligentes”. Siempre tienen en la cabeza frases como “no se puede tener todo”, “si no sufres no logras nada” e incluso “no esperemos demasiado”. Incluso en sus momentos de éxito, muchos
sonríen, pero piensan por dentro “esta es la cima antes de la bajada”. Todas
estas expresiones son como icebergs, siendo nuestras palabras la punta de lo
que tenemos en nuestra mente.
Con estos mantras negativos dentro, nos hipnotizamos a
nosotros mismos, creyendo que somos lo peor. Y todo esto se perpetúa gracias a
nuestra cultura: en nuestra sociedad, tenemos la tendencia de no tener grandes
expectativas, un problema agravado por la recesión, y por el hecho  de que no debemos tener grandes proyectos, ya que nos esperan “unos años difíciles”.
Pero lo que empeora todo, es que nuestra sociedad no
recompensa la positividad. Piensa en cómo reaccionan los demás si dices “soy
brillante en la cocina” o ”soy tan bueno en mi trabajo que voy a conseguir una
promoción”. Todos pensarían que eres arrogante.
Los pensamientos negativos se suelen originar en la
infancia, por experiencias negativas que hemos olvidado. Aunque para muchos
estas experiencias señalan problemas no resueltos, otros pensamos que sólo son
un hábito, y que pueden ser cambiados con un poco de disciplina.
En cuanto alguien se da cuenta de lo que dice, y lo que
esto significa, empieza a tomar cartas en el asunto. Y es muy importante de que
nos demos cuenta de nuestras expresiones y de su significado, ya que los
pensamientos y las palabras pueden dañar nuestra salud más que ninguna
hamburguesa llena de grasas saturadas, y mucho más curativos que cualquier
“superalimento”.
Los pensamientos y las palabras tienen la capacidad de
mantenerte en el buen camino, o de deprimirte. De esta manera, los problemas de
peso y las expresiones auto-despreciativas están íntimamente unidos. Hablar mal
de ti mismo te llevara a refugiarte en la comida, y a ganar más peso, e incluso
puedes acabar encontrándote muy mal.
Por lo tanto, debes reflejaren tus palabras como eres
realmente, siendo positivo acerca de tu apariencia y cualidades. Si tienes
pensamientos negativos y estresantes, te sentirás tenso, y liberarás hormonas
dañinas, como el cortisol, que pueden producir un aumento de tu presión sanguínea.
Pero si tienes pensamientos felices, y podrás cambiar
rápidamente tu estado físico. Los pensamientos positivos liberan seratonina,
endorfinas y otras hormonas que alivian los efectos del estrés.  Aun mejor, si seguir una dieta orgánica puede
ser caro y llevarte mucho tiempo, no cuesta nada “limpiar” tus palabras, y los
beneficios son inmediatos.
Este proceso de depuración puede ayudarte si sufres
depresión, ansiedad y estrés post traumático, así como para aliviar los nervios
y la inseguridad antes de una entrevista.
No tienes por qué ver a un terapeuta. Todos nos podemos
beneficiar, y aumentar su felicidad, estudiando lo que decimos, analizando
nuestros pensamientos y considerando las palabras que elegimos de forma
automática para describirnos.
La clave es conseguir que nuestras palabras reflejen
nuestras aspiraciones, no preocupaciones por cosas que han pasado o que pueden
pasar. Puedes mejorar tu vida tu solo.
Cuando te des cuenta de que estás diciendo algo sobre ti
mismo que sea negativo, detente un momento y cambia las palabras por otras que
sean constructivas. Piensa en este proceso como si fuese una dieta, ya que
estás eliminando y evitando ciertos elementos (palabras, pensamientos y
creencias que te perjudican y limitan), y sustituyéndolos por pensamientos y
comportamientos positivos y saludables.
¿Sueles pedir perdón por tu incapacidad? ¿Si
alguien te ofrece la posibilidad de hacer algo, tu primer instinto es pensar
que no serás capaz de llevarlo a a cabo? ¿Piensas que siempre eres
impuntual, o que no sabes leer mapas?
Cuando llamas por teléfono, ¿empiezas la conversación con
“sólo te llamaba…”, devaluando la importancia de tu llamada? Todos estos, son
indicadores del diálogo negativo que tienes contigo mismo.
También debes evitar los apodos denigrantes o que te
limiten, que te hayas impuesto a ti mismo. Por sorprendente que parezca, mucha
gente se refieren a si mismos con palabras como “perdedor”, “gordo” o
“monstruo”. Los apodos pueden ser dañinos, y pueden hacer que te quedes en
el mismo punto toda la vida.
En el caso de que siempre te estés disculpando a ti mismo,
o que siempre que alguien te ofrezca algo, respondas “no puedo”, puede que
estés reaccionando a los comentarios de los demás como si fueran reprimendas o
algo que te atemoriza. Debes cambiar esta actitud, dándole la vuelta a
positivo. En lugar de pensar “soy tonto”, “nunca podré hacerlo” o “tengo miedo”,
debes pensar “estoy bien”, “puedo hacerlo” y “estoy bien”.
Si sueles criticarte a ti mismo con estos pensamientos “sabía
que fracasaría” o “eres inútil”, detente por un momento y date cuenta del daño
que te estás haciendo, además de limitar tu potencial.
Reemplaza estos comentarios “destructivos” con otros que
te ayuden, y que representen lo que te gustaría ver en ti, como “al menos, lo
he intentado”, “estoy orgulloso de mi esfuerzo” o “puedo hacerlo”.
Un primer paso en tu “terapia” es analizar tus palabras y
tus pensamientos sobre ti mismo, y reemplazarlos por adjetivos positivos. A medida que lo hagas, notarás cómo
te sientes mucho más feliz. Tras unos pocos días, reemplaza “está bien” por “es
fantástico”. Al evolucionar con las palabras, no sólo cambian tus pensamientos,
sino la manera en cómo se ve la vida.
En cualquier caso, se necesita persistencia para romper un
hábito, y existen otros métodos modernos, como masajes reenergizantes, respirar
de forma profunda, visualizar recuerdos felices o algunos de tus lugares favoritos.
Cuando te des cuenta de que tu mente está dominada por pensamientos negativos,
para en seco, respira y piensa en unas vacaciones especialmente felices, o en
alguna música que te guste especialmente.
Una vez relajado, puedes reemplazar los comentarios
negativos por otros positivos. Sólo cuando los pensamientos y el lenguaje
reflejan lo que queremos, en lugar de nuestras limitaciones, podremos alcanzar
nuestros sueños.

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