¿Es seguro comer verduras? El E.coli es sólo una de las amenazas que se esconden en las ensaladas del supermercado.

domingo, 5 de junio de 2011

En Europa, 18 personas han muerto, y más de 1.500 han caído enfermos por el E.coli, una bacteria relacionada con los vegetales. Ahora, se teme que el virus haya traspasado las fronteras alemanas, ya que han aparecido siete personas infectadas en países como Gran Bretaña y España.

En un principio, los alemanes creyeron que los culpables eran los pepinos orgánicos exportados desde España, pero ahora, los funcionarios han admitido que no saben qué elemento de las ensaladas causó el brote.

Pero esta no es la única razón para estar alerta. En este artículo, os vamos revelar algunos ‘secretos’ de nuestras ensaladas, que ponen los pelos de punta,  desde el invernadero hasta que llegan a nuestros platos.


CONTAMINACIÓN DE AGUAS RESIDUALES

Los ingredientes de una ensalada están llenos de agua, factor por el que aportan tan pocas calorías. Los pepinos contienen un 96 por ciento de agua, y las lechugas un 95, por lo que el cultivo de estas plantas requiere un suministro constante y abundante de agua.

Aquí radica el problema: si existe cualquier tipo de contaminación del agua, por bacterias letales, como E.coli, listeria, salmonella y campylobacter (todas se encuentran en el intestino de los animales de granja), no sólo se contaminará a las plantas, sino que las bacterias pueden sobrevivir en las células de los vegetales, hasta que los comemos. Ni si quiera lavar los vegetales evitará el contagio.

Pero lo más espantoso, es que la contaminación se ha podido producir desde un campo o fábrica cercanos a los cultivos. Es perfectamente legal utilizar heces de gallinas, cerdos, e incluso humanos, como fertilizante (es barato y fácil de conseguir y, por lo tanto, muy popular entre los agricultores), con la única condición de que hayan sido tratados, es decir, que estén en reposo durante un par de años.

Se supone que este proceso mata las bacterias peligrosas, o agentes patógenos. Pero si un estiércol que no haya reposado el tiempo suficiente, o desechos de animales que no han sido tratados, alcanzan de forma accidental un suministro de agua subterráneo, mediante la lluvia, todo un cultivo de verduras puede contaminarse. Y pasa a menudo

PESTICIDAS TÓXICOS

La mayor parte de los vegetales que llega a nuestros platos, son cultivados en politúneles climatizados, o invernaderos, con lo que podemos consumir nuestras verduras favoritas durante todo el año. Pero, con el aumento de la popularidad de los politúneles en los años noventa, se disparó el nivel de pesticidas en nuestras verduras.

En un campo abierto, un invierno muy frío puede matar los insectos y el moho, que podrían poner en peligro los cultivos. Pero en los politúneles, llenos de calor y humedad, las plagas abundan,  por lo que los agricultores tienen que pulverizar grandes cantidades de insecticidas y fungicidas. Actualmente, una de cada cuatro lechugas está contaminada con productos químicos, que se encuentran en la estructura celular de las hojas, que no se puede lavar.

También se han visto afectados las espinacas y los pimientos rojos. Se trata de un tema muy grave, ya que algunos agricultores extranjeros todavía (de forma ilegal) utilizan productos químicos prohibidos, considerados peligrosos para la salud humana, o plaguicidas que se rocían demasiado cerca de las cosechas. Si los ingieres, podrías terminar envenenado por los pesticidas, produciendo graves daños en el sistema nervioso.

Aunque esto no pase, los que comemos ensalada de forma habitual, consumimos un cóctel de plaguicidas a lo largo de nuestra vida. No se ha investigado lo suficiente los posibles efectos de esta exposición ‘por goteo’,  pero podemos asegurar que no es bueno para nosotros.

ROPA SUCIA

Hoy en día, a los supermercados les gusta que los vegetales tengan un aspecto atractivo, por lo que los lavan. Pero esto no es tan saludable como pensamos, ya que la práctica común es agregar un desinfectante, cloro, en el agua, supuestamente para mantener el agua limpia y acabar con cualquier bacteria.

Esta práctica da a las fábricas una falsa sensación de seguridad, pero mojar un pepino en cloro no mata la E.coli. De hecho, algunas investigaciones han demostrado que el virus es resistente a los productos químicos. Además, no renuevan el agua lo suficiente, lo que reduce cualquier efecto desinfectante.

Aunque el agua tratada con cloro esté bastante limpia, este producto químico reduce el valor nutritivo de los vegetales, disminuyendo los niveles de las vitaminas A, C, E y de los folatos (que fomentan el desarrollo del cerebro y de los huesos),  una de las principales razones por las que comemos vegetales. Además, da a las hojas un sabor desagradable.

La mejor manera de evitar el problema es comprar vegetales sin preparar (como las lechugas enteras), y lavarlos tú mismo.

MALA HIGIENE DE FÁBRICA

¿Has pensado alguna vez quién recoge los tomates, lava los pepinos, o corta la lechuga que comes? Tanto en nuestro país como en el extranjero, lo suelen hacer trabajadores inmigrantes mal pagados.

Es un trabajo muy duro, que la mayoría de las personas evitan y, gracias a que los supermercados presionan a los productores a que reduzcan sus costes, está muy mal pagado.

Cuando las personas se ven obligadas a trabajar en politúneles y en fábricas en condiciones pésimas, es probable que se reduzcan gastos, y se ignoren prácticas importantes, como asegurar que los suministros de agua están limpios, y que los trabajadores se laven las manos antes de trabajar.

Por lo tanto, no es raro que la higiene en estos entornos caiga por debajo del estándar, y se produzcan errores.

GASES EN LOS PAQUETES DE ENSALADA

En los supermercados, nos inundan con "bolsitas empaquetadas": bolsas de lechuga picada, aireada, y "lista para comer", que compramos para ahorrar tiempo y esfuerzo.

El gas que introducen en las bolsas es lo que la industria alimentaria denomina “empaquetado de atmósfera modificada”: se extrae el oxígeno del aire de la bolsa, sustituyéndolo por dióxido de carbono puro. Sin el oxígeno, que ayuda al proceso de descomposición, los alimentos permanecen frescos durante más tiempo.

Esto ayuda mucho a los minoristas, pero, al igual que el lavado con cloro, afecta negativamente al valor nutritivo de los vegetales, especialmente a la vitamina C, aunque las industrias alimentarias lo niegan.

 VEGETALES CON UNA SEMANA DE ANTIGÜEDAD

Los vegetales frescos que vemos en los supermercados no son tan recientes como podríamos pensar. Periodistas especializados descubrieron que los agricultores que abastecen los supermercados, suelen tratar con pedidos bastante impredecibles.

Por ejemplo, si hace calor durante el fin de semana, las tiendas aumentan los pedidos de vegetales. Esto significa que lechugas, pepinos y tomates tienen que ser recogidos con antelación, ser preparados y envasados, y mantenerlos a bajas temperaturas, listos para ser enviados a los supermercados en cualquier momento.

Pero, si no llegan los pedidos, las mercancías se acumulan con rapidez, y antes de que te des cuenta, los vegetales que compras en el supermercado, tienen de siete a diez días de edad. Cada día de retraso supone una reducción en el valor nutricional, y este envejecimiento puede amargar el sabor de los alimentos.

Si pruebas una lechuga recién cosechada del jardín de un amigo, notarás la diferencia en la suavidad del producto, y vas a recibir muchas más vitaminas.

No podemos cerrar este artículo sin mencionar el daño que se hace al medioambiente. ¿Sabías que, además de que pueden dañar nuestra salud, la industria de los vegetales también daña nuestro medioambiente?

Debido a nuestra creciente obsesión por tener todos los vegetales disponibles, todos los días del año (y la manía de los supermercados de no recurrir a los productores locales, incluso cuando los cultivos se encuentran en temporada), importamos grandes cantidades de productos. Estos son transportados en camiones, o peor aún, por vía aérea, lo que aumenta el 'foodprint "un alto contenido de carbono en nuestra atmósfera.

La mayoría de los pimientos y tomates que consumimos pueden venir de Holanda; y los aguacates de lugares tan distantes como Sudáfrica, EE.UU. y América del Sur. No sólo contamina el combustible, sino que mantenerlos en frío, requiere un gran consumo energético.

¿La solución? Elige vegetales de temporada y de agricultores locales, siempre que puedas.

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